Resident Evil: Afterlife love

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Myriam Mitsune
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Myriam Mitsune » 29 Oct 2012 08:47

:D :D :D :D :D me leí todo de corrido XD solo puedo decir que está genial, que sigas así y demás tonterías mas repetidas en los comentarios de cualquier fic que no se que cosa :oops: como sea, muy buen fic, y me cae bien Pheseants :) :) :mrgreen:
(\_/)
(O.o)
(> < ) Éste es Conejito. Copia a Conejito en tu firma para ayudarle a dominar el mundo

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Roxanne Rivaille
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Roxanne Rivaille » 19 Nov 2012 00:52

Capítulo 15: Love is not a game

Wesker anduvo cual zombi fuese durante largo rato, sin un rumbo fijo. Sus pasos, lentos pero firmes, resonaban por toda la silenciosa calle. De cuando en cuando, se topaba con algún charco al que no prestaba mucha atención y acababa pisando. Por su mente divagaban varios pensamientos e ideas, que trataba que no fueran sobre su subordinada.

Roxan se hallaba en casi todos sus pensamientos, a pesar de que él trataba de evitar eso. Wesker le detestaba; odiaba su continua sonrisa, su manera honrada de actuar, su manera casi perfecta de actuar y de ser, su manía de contradecirle...

Pero lo que más odiaba de ella, era que había logrado romper su psique. Consiguió que sus facetas más humanas, los sentimientos y pensamientos más primitivos, una manera de ser que jamás había mostrado, saliera a la luz única y exclusivamente para ella.

Wesker se percató al instante de que su subordinada había jugado con él al igual que Wesker había hecho con ella. Ojo por ojo, diente por diente..., recordó. Ahora Roxan quería que él sufriera intentando recuperarla...

Jones no sabía que Wesker no pensaba hacer nada para que ella volviera a confiar en él. Quizá la misión, una de las condiciones para entrar a la H.C.F., se complicara. Pero Albert Wesker siempre encontraba la manera de solucionar las cosas.

Y tenía un plan para que todo marchase rumbo a su favor.

Ambos hicieron un trato: Wesker buscaría una cura para la enfermedad si ella le dejaba investigar más a fondo el Proyecto P. Y él lo usaría a su favor. Unas cuantas pruebas, análisis e investigaciones y todo estaría solucionado.

Pero había algo que reconcomía a Wesker: ¿Con cuánto tiempo contaba? ¿Roxan lograría sobrevivir? ¿Lograría él hallar una solución a la enfermedad?

Y aunque Wesker no lo reconociera, estaba un tanto preocupado por la salud de ella. Esa mañana le había visto... Apagada. Era un término relativo, desde luego, pero Wesker había notado, y mucho, que ella no irradiaba felicidad, que no era la misma que siempre. Le había visto decaída, triste, bastante seria y preocupada. Había hablado con él con una gran determinación, y parecía totalmente decidida a cumplir lo que había dicho, pero, Wesker había notado el brillo apagado y triste en sus ojos mientras hablaba.

Albert tenía la sensación de que Roxan en realidad no quería estar distanciada de él. Pero, su orgullo le superaba, y prefería dejarle de hablar a ser permisiva. Y lo mismo le ocurría a Wesker.

Los dos se peleaban, se insultaban y contradecían. Y lo más curioso es que estaban enamorados...
----------------------

¿Por qué tenía que ocurrirle todo lo malo a ella? ¿Qué era aquello, una pequeña venganza por todas las impertinencias que había cometido?

Roxan observó impotente cómo la grúa se llevaba la Harley de Reynald. Sentada en el saliente de la acera, abrazándose a sí misma, se reprochaba a sí misma la estupidez que había realizado.

¿A quién se le ocurría aparcar en la zona de minusválidos y en doble fila? Además, se le había olvidado poner la pata de cabra y la moto había acabado en el suelo, con varios arañazos producidos por el suelo y los chinos molestos que había esparcidos en el suelo.

Reynald iba a matarle. Su moto, encima de rasguñada, llevada por la grúa a Dios sabe dónde. Y sin olvidar mencionar de que la había cogido sin permiso…

Roxan comenzaba a entender el por qué Wesker le llamaba entrometida impertinente. Porque lo era, y con letras mayúsculas y de neón.

Hizo ademán de ponerse en pie y salir corriendo antes de que Reynald se despertase y fuera a buscarle, bien para saber cómo se encontraba además de regañarle. Y Roxan no estaba de humor para recibir reprimendas, a pesar de que se las merecía.

Soltó un suspiro extenuado, retirándose varios mechones de la cara.

De repente, su móvil comenzó a sonar con insistencia. Vibró en el bolsillo del pantalón de ella, produciéndole un leve cosquilleo incómodo. Roxan no hizo ademán alguno de querer contestar.

No recordó que aquella melodía era la que había colocado como tono de llamada para cuando Reynald le llamase. La canción era Sonne, de Rammstein.

Eins
Zwei
Drei
Vier
Fünf
Sechs
Sieben
Acht
Neun
Aus

Alle warten auf das Licht
Fürchtet euch, fürchtet euch nicht
Die Sonne scheint mir aus den Augen
Sie wird heut Nacht nicht untergehn
Und die Welt zählt laut bis zehn

Eins
Hier kommt die Sonne
Zwei
Hier kommt die Sonne
Drei
Sie ist der hellste Stern von allen
Vier
Hier kommt die Sonne

Die Sonne scheint mir aus den Händen
kann verbrennen, kann euch blenden
Wenn sie aus den Fäusten bricht
Legt sich Eis auf das Gesicht
Sie wird heut Nacht nicht untergehn
Und die Welt zählt laut bis zehn

(Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, fuera

Todos esperan a la luz
temer no temáis
el sol brilla de mis ojos
esta noche no se acostará
y el mundo cuenta hasta diez en voz alta

Uno
aquí viene el sol
dos
aquí viene el sol
tres
es la estrella más luminosa de todas
cuatro
aquí viene el sol

El sol brilla de mis manos
os puede quemar, os puede reflejar
cuando sale de los puños
se tumba caliente sobre el rostro
esta noche no se acostará
y el mundo cuenta hasta diez en voz alta)

-Dios mío, ¿no piensa colgar?-farfulló, suspirando. Atendió el teléfono:-¿Qué?

-Podrías haber contestado antes.

-Y tú podrías haber colgado hace rato-replicó ella, rodando los ojos.

-Uh, qué mal humor. Esta es la quinta vez que te llamo…

-¿Qué quiere el Señorito Insistente?

-Que me respondas.

Reynald carraspeó. Roxan silbó, sonando distraída.

-Pues ya he respondido. ¿Algo más?-Roxan estaba siendo borde.

Reynald, en vez de molestarse, se lo tomó con bastante humor. Estaba acostumbrado a sus cambios de humor continuos. Además, había tenido rabietas peores.

-¿Sabes que suenas tremendamente sensual cuando te cabreas?-comentó Reynald.

Roxan no pudo evitar sonreír.

-Hala, ya lo has conseguido.

-¿He conseguido el qué?-dijo Reynald, fingiendo desconcierto.

-Hacerme sonreír. Siempre lo haces…

-Por algo soy tu mejor amigo, ¿no?

-¿Por qué piensas que eres mi mejor amigo?-replicó Roxan, alzando las cejas.

-Por razones bastante obvias.

-¿Cómo cuáles?

-Como saber que te llevaste mi moto, la arañaste y se la llevó la grúa y no enfadarme. Además, ¿quién si no iba a hacer de tornillo tuyo?

-…-Roxan frunció el ceño.- ¿Dónde estás?

-Aquí.

Roxan oyó cómo la línea se cortaba. Echó una mirada fugaz por encima de su hombro, y allí le vio. Ella soltó una risa por lo bajo, negando con la cabeza. Reynald le ofreció una mano para ayudarle a levantarse, que ella aceptó.

-¿Desde cuando sabes conducir una moto? ¿No decías que las odiabas?-le interrogó Reynald, enarcando una ceja.

-Mi padre me enseñaba en sus ratos libres. También practicaba cuando podía al morir él. Además, mi odio hacia ellas es parcial.

-¿Y por…?

-Porque cada vez que tú te subes en tu moto, o cuando mi padre lo hacía, temía que no regresarais. Que hubiera un accidente y os pasara algo.

Reynald entrecerró su ojo sano y le acarició el antebrazo. Le dio un beso en la frente, mientras Roxan le abrazaba.

-¿Quieres comer algo?-sugirió él, provocando otra ancha sonrisa en Roxan.

-¿Hay día en que no quiera?-contestó ella, alzando la mirada.

Reynald retuvo una risa y frunció las cejas.

-Eres peor que el monstruo de las galletas.

-Oh, ahora que lo dices, han abierto una tiendecita de pasteles y dulces a un par de manzanas de aquí. ¿Probamos?

-Por mí genial. Algo de chocolate no nos vendría mal…-concordó Reynald, ofreciéndole su brazo a Roxan para que se enganchara de él.

Ella aceptó gustosamente, comentándole:

-Qué caballero.

Roxan apoyó la cabeza en el hombro de él. Comenzaron a andar, sin decir palabra alguna. Al fin y al cabo no les hacía falta hablar.

Ambos sabían en qué pensaban, sin necesidad de leer mentes. Reynald sabía que a Roxan le estaba reconcomiendo la culpa por lo de la moto, y por algo más que desconocía. Roxan podía adivinar por la cara de él y su comportamiento que le importaba más bien poco la moto mientras ella estuviera bien.

Es demasiado bueno. Demasiado bueno para mí, se dijo ella con cierto pesar.

Reynald estaba siendo permisivo, estoico y cándido con ella todo el tiempo, sin importarle si ella se ponía de mal humor o si le daba desaires. Simplemente no mostraba impedimento alguno al estar con ella y hacer cualquier cosa para sacarle una sonrisa. Ésa era una de los mayores placeres de Reynald, ser el que provocaba sonrisas y carcajadas a Roxan, fuera como fuese. Y por no hablar de cuando se sonrojaba o se ponía nerviosa por él.

Tenerle tan cerca y a la vez tan lejos estaba matándole. ¿Cuánto más podria aguantar esa situación?

La incertidumbre corroía a Reynald poco a poco. ¿Llegaría el día en que pudiese hablar de ése tema con ella, sin tapujos ni vergüenza? No estaba muy seguro de ello. Pero, había algo indudable: si quería que Roxan y él tuvieran algo más que amistad, primero debía quitar de en medio a Wesker. Por supuesto que no le iba a matar, no era un asesino. No obstante, tendría que lograr apartar al Capitán Albert Wesker de Roxan.
---------------------

No hacía más que asentir de vez en cuando a cualquier cosa que su repentina visitante dijese. Albert no prestó atención alguna a ninguna de las cosas que, Gabrielle Ducayne, le decía.

-He pensado suicidarme. ¿Qué te parece?-dijo ella, en broma, para comprobar si Wesker le escuchaba.

-Me parece bien-respondió él, sin partar la vista del microscopio.

Gabrielle le propinó una colleja. Wesker retiró el rostro de la lente del microscopio de laboratorio y le miró acusatoriamente.

-¿A qué viene eso, Gaby?-protestó él, acariciándose la zona golpeada.

-A que estás haciendo oídos sordos a todo lo que te estoy diciendo, Wesker-contestó ella, con los brazos en jarras.

Wesker le miró con las cejas alzadas inquisitoriamente.

Gabrielle "Gaby" Ducayne era una chica joven (un año menos que Roxan, si aml no recordaba Albert), bastante alegre, impulsiva y amable, entre otras muchas cosas que, de ser otra persona, a Wesker se le haría insoportable. Gaby también podía ser a veces muy infantil, además de directa y sincera. Tanto que a veces le sacaba los colores a más de uno. En cambio, cuando trabajaba, era alguien fría y tan distante que le recordaba a él mismo, sobre todo cuando era más joven.

Gabrielle era de complexión delgada. Su cabello, negro azabache, poseía varios mechones violetas. Su piel era pálida como el marfil, y en sus ojos, azules grisáceos, solían haber unas ligeras ojeras, debidas al poco sueño.

Ambos compartían su curiosa obsesión por el café. Wesker y ella se conocían de hace tiempo, cuando le salvó la vida en uno de sus momentos en los que no pensó antes de actuar.

Gabrielle no paraba de insisterle en que desistiera en sus planes de convertirse en el enemigo número de Umbrella y aliarse con la H.C.F. Además, le preocupaba mucho que a Wesker le saliera el tiro por la culata y el virus no se adaptar a él. Y si era así, ¿mutaría? ¿Se convertiría en un ser irracional con sed de sangre? ¿O simplemente pasaría a mejor vida?

Ese torbellino de preguntas azotaba con fuerza a Gaby, aumentando su preoccupación por él.

-Wesker, simpre hay una segunda opción… Por favor, ¿no podrías reconsiderarlo?-insistió Gabrielle, mirándole preocupada.

Albert suspiró y se dejó caer en la silla negra de piel que había ante el escritorio de diseño de aspecto moderno y futurista. La pieza central del escritorio era un arco de cromo pulido, que servía como apoyo a un cristal de vidrio claro que servía como superficie de trabajo. Un pedestal permitía el giro de esa superficie, por lo que se podía ubicar cómodamente en la posición deseada. Encima del cristal, había varias carpetas negras, y un ordenador marca Umbrella negro con su respectivo logo.

-¿No te cansas de insistir, eh, Gaby?-le dijo él, con una sonrisa ladina.

-No.

-Sabes que aprecio tu interés e ímpetu, pero tienes que relajarte. ¿Acaso no confías en mí?

Gaby apretó la mandíbula y suspiró. Agachó la cabeza y miró un punto indefinido del suelo de baldosas blancas.

-Claro que confío en ti, Wesker… Pero… ¿si yo no cuestiono tus decisiones, quién lo haría si no?

Wesker frunció el ceño y le lanzó una mirada inquisitiva a Gaby.

-Suena como si fuera un niño mimado al que no se le niega nada-opinó él.

-No me malinterpretes es sólo que… Todo el mundo tiene miedo a contrariarte, así que, al menos yo debo hacer que no se te vaya la olla.

Wesker sonrió. Era de esas sonrisas que pocas veces se veía en Albert Wesker, una sincera y divertida.

-Gracias por mantenerme cuerdo, querida-le dijo él, en un tono burlón.

-Esto del amor te ha aflojado varios tornillos.

Wesker se puso repentinamente serio.

-¿Perdona?-articuló él, tragando saliva.

-Ah, nunca imaginé a Albert Wesker pediendo la cabeza por una mujer. Tiene que ser muy especial para haber logrado desquiciarte de esta manera.

-Hum. No sé de qué me hablas.

-Oh, por favor. Te pasas el día con la cabeza en las nubes. En serio, ¿llegará el día en que me la presentes?

-Todo a su debido tiempo, Gabrielle.

-¡Ajá! ¡Lo reconoces!-exclamó Gaby, acusándole con un dedo como una niña pequeña.

Y ahí estaba su lado infantil. Wesker rodó los ojos y suspiró.

-¿Te suena el nombre de Roxan?-le preguntó él.

Gabrielle se puso rígida.

-¿Has dicho Roxan?

-Sí.

-¿Te refieres a la Roxan que yo creo que es?

-Pues no sé.

-¿Es Roxanna Jade Jones Rex?

-Sí… Espera. ¿Qué? ¿Roxanna Jade?

-Oh Dios mío.

-¿Me vas a explicar lo de Jade?

-¡Estás colado por la hija de Drake! ¿¡Sabes lo peligroso que es eso!?

-Sí, las mujeres son un peligro en sí.

-Wesker, más te vale que no le hayas cabreado.

-¿Por qué no? Es como un juego entre nosotros…

-El amor no es un juego, Wesker. Y menos cuando hablamos de una B.O.W con doble personalidad. Pheseans es un peligro para ti y para ella.

-¿Gaby, qué más sabes de Roxan?-Wesker estaba confundido, cabreado y sorprendido al mismo tiempo.

Gabrielle Ducayne era, sin lugar a dudas, una caja de sorpresas.
----------------------

Reynald alzó las cejas mientras cogía un pedazo de su tarta de chocolate.

-¿Entonces, entre él y tú no hay nada?-le preguntó de nuevo, sin caber en sí de la felicidad que le proporcionaba oír eso.

-No, Reynald, no. Le he dado una patada en el culo a Wesker.

La sonrisa de Reynald se ensanchó aun más.

-¿Le has pateado el culo?

-Le he dado una patada literal, salvaje-respondió ella, soltando una carcajada.

-Joder, pues lo llego a saber y se la doy yo. Y en otra parte del cuerpo que no es el trasero.

Roxan volvió a reír. Mordió su tarta, la misma de Reynald, y le pegó un sorbo a su batido de chocolate, que compartía con él.

-Pues la próxima vez yo le pateo el culo y tú la entrepierna. ¡No, mejor al revés!-dijo ella, consiguiendo una risotada de su amigo.

Ambos echaban de menos momentos así entre los dos. Tan tranquilos y livianos, tan íntimos y especiales a la vez...

Quizás ninguno de los dos se había percatado, pero la gente le miraba con curiosidad, envidia y cierta aprensión. La gente que les rodeaban pensaba que era una parejita bastante feliz y mona.

-Hey, tienes una mancha ahí…-le dijo Reynald, señalando su camiseta. Roxan se miró.

Él le gastó esa típica broma. De paso, le manchó de verdad. La barbilla y el pómulo derecho, de chocolate, con la cuchara.

-Ups. Perdona, en serio…

A Reynald le costaba trabajo hablar por el ataque de risa que le estaba dando. Pronto se le contagió a ella.

Reynald le dijo algo, casi en un susurro, que Roxan no logró entender del todo.

-¿Dices algo?-le preguntó, sonriente.

-Que tienes una sonrisa preciosa.

Ella se sonrojó y se encogió de hombros.

-Gracias.

-…Y bueno… Yo… Hay algo que quiero decirte desde hace tiempo, Rox. Y si no te lo digo ahora, no creo que pueda nunca.

-Suéltalo.

-Yo…

Roxan le dedicó una cándida sonrisa alentadora.

-Dilo.

Reynald soltó un suspió y le miró con un brillo indescifrable en los ojos.

-Estoy enamorado de ti desde hace tiempo, y no sabía cómo decírtelo… Te quiero, Rox, te amo más que a nada en este mundo.
---------------------

Aquí otro capítulo tras tanto tiempo... Vuelvo a pedir disculpas por el retraso, entre estudios y castigos no pude escribir XD

¿Qué dirá Roxan ante la declaración de amor de Reynald? (Personalmente, yo me lo comería a besos *¬*) ¿Cómo seguirá? Eso y más en próximos capítulos, amigos...

Muchas gracias por los reviews. Hoy no los contesto uno por uno debido a que, de nuevo, los ojos se me van a caer, y mañana hay colegio ¬¬ Así que, hasta otra :D

Chao'
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Raven Bellamy » 19 Nov 2012 03:06

Waa!!! Al fin el capi *-*
Muy bueno, y no me esperaba que Gaby fuera a salir, eso si me tomó por sorpresa xD
Has puesto muy bien su personalidad jodedora :twisted:
En cuanto al capitulo, me gustó mucho >w< ese momento entre Roxan y Reynald fue muy lindo *w* y DIOS! me hiciste gritar como niñita cuando Reynald le confiesa sus sentimientos *-* ahora estoy con un ataque de ansiedad por el siguiente capi xD Es que...MUJER no lo debiste dejar ahí, quiero ver cual es la reacción de Roxan *o*
En fin, como siempre te felicito y estaré esperando el siguiente capitulo >w<
=D> =D> =D> =D>


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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Azrael » 26 Nov 2012 21:21

el mejor tema de llamada XD, yo tenia Reise Reise XDDDD, muy buen capitulo

Ciao
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Roxanne Rivaille » 25 Dic 2012 13:09

Capítulo 16: What Happened?

Roxan abrió la boca y los ojos de par en par. Reynald contuvo una sonrisa. La cuchara que ella sostenía en esos momentos, con un generoso trozo del pastel de chocolate, cayó en platito de porcelana de golpe, causando un leve e instantáneo tintineo ligeramente molesto. Roxan trató de procesar las palabras que Reynald acababa de pronunciar.

Estaba entre quedarse como una estatua y salir corriendo. Su cara, más cómica y ridícula imposible, provocó una leve risa de Reynald. Él pasó su mano ante el rostro de ella, para comprobar si seguía "ahí". Pues si que le he dejado sorprendida. ¿Eso es bueno o malo?, pensó Reynald.

-La madre que me trajo al mundo…-Roxan habló por fin. Alzó las cejas lo más que pudo, haciendo su rostro más cómico aún.-Es que… Jolín. Esto, esto es algo un tanto extraño…

Roxan esbozó una leve y nerviosa sonrisa.

-¿Por qué lo ves extraño?-le preguntó Reynald, mirándola fijamente.

-Hemos sido como hermanos y… Y bueno, ahora… Me dices esto…

Él se encogió de hombros. Apoyó los codos sobre la mesa, y a su vez, la barbilla sobre una de sus manos. Le miró detenidamente y luego suspiró.

-Sabes que esto no está bien, ¿verdad?-observó Roxan, mírandole con cierta tímidez y de una manera casi furtiva.

Sus manos, entrelazadas bajo la mesa, se tensaron, al igual que su mandíbula. Reynald frunció el ceño, preguntándole el porqué con la mirada.

-Estás prometido, si no me equivoco.

Reynald trató de ocultar su asombro y el pánico que le invadió el cuerpo.

-¿Cómo…?-masculló él.

-¿Qué cómo lo sé?

Él asintió levemente.

-Simple: Recibí la invitación de boda esta mañana. Muy cursi, por cierto.

Roxan le extendió el sobre rosa con detalles y flores doradas impresas. Él lo miró como si fuera una bomba de relojería.

-Prometo que yo no tenía ni idea de que Cassandra había mandado, siquiera hecho, unas invitaciones-aseveró Reynald, con la verdad por delante.

Cassandra no le había dicho nada sobre invitaciones de boda. Le había dejado bien claro que tenían que tomarse un tiempo para pensárselo, que no fuera precipitada. Pero Cassandra jamás le hacía caso a Reynald. Nunca. Iba por libre. En cuanto le pille, le voy a matar…, se dijo él, pensando también en el embrollo en el que se metía.

-Te creo-declaró Roxan, dedicándole una dulce sonrisa.-Pero…

Reynald sintió que su corazón se le contraía en el pecho. Su respiración se detuvo unos segundos. ¿Pero qué?, meditó Reynald, con el miedo apoderándose de él. Era un pavor distinto al que se sentía cuando estabas en el frente de batalla. Peor que cuando veías que tenías cincuenta llamadas perdidas de tu madre… Bueno, no hay nada que dé más pavor que eso en realidad… El caso era que ése miedo, no era de buen gusto para un enamorado. El temor a los "Pero…". Estaba el "…pero me gustas" y el "me gustas, pero…", ambos igual de terroríficos.

-Pero…-Roxan tragó saliva. Sintió que se derretía y que su corazón se hacía pedacitos en cuanto vio la cara de Reynald, que se hallaba entre la de susto y la de corderito degollado. Roxan frunció las cejas hacia abajo y suspiró.

-¿No tengo ni una mínima oportunidad, RJ?

Roxan sonrió con dulzura al oírle llamarle "RJ", que era el diminutivo de su nombre de pila y su segundo nombre: Roxanna Jade. Lo de Jade había sido capricho de su madre. Nadie, pero absolutamente nadie, tenía conocimiento de ése segundo nombre. Ni la policía siquiera. Sólo él y sus padres. Y únicamente él le llamaba RJ.

-Tengo que cavilar un poco sobre esto. Dame tiempo, y… Y te diré mi respuesta.

-Te tomo la palabra-le dijo Reynald, mirándole con una pequeña sonrisa.

Ella alargó la mano hacia él y extendió el dedo meñique, con el resto de la mano cerrada en un puño. Reynald hizo lo mismo y entrelazaron sus meñiques.

-Prométeme que, sea cual sea mi respuesta final, que no habrá rencor. Y que trataremos de no cambiar nuestra amistad, ¿vale?

Reynald sabía de sobra que, aunque se lo prometiera, a pesar de que se esforzara mucho, su amistad no sería igual. Y no quería hacerle falsas promesas. Pero tampoco podía decirle que no…

-Claro.-Respondió él.

Roxan metió las manos en los bolsillos y caminó, apresurada. No sabía adónde le dirigían sus piernas, pero no le importaba mucho. Sólo podía pensar en Reynald, sus palabras, su mirada… Jamás pensó que tendría que enfrentarse a semejante dilema. En su caminata, hacia Dios sabe dónde, un recuerdo cruzó su mente.

Flashback

Roxan se sentó en el suelo y miró a Reynald con sus pequeños ojillos esmeraldas. Continuó haciendo y deshaciendo uno de sus castaños tirabuzones con su pequeña mano. Él le miró de reojo, y tras soltar el soldadito de plástico verde, se giró hacia ella.

-Rox. ¿Qué pasa?

Ella miró al suelo, con sus mejillas cada vez más arreboladas. La pequeña Roxan-de tres años-dejó el tirabuzón y se aferró al borde rosa de su vestido. Reynald-de cinco años-colocó su mano sobre el hombro de ella, y le preguntó:

-¿Pasa algo?

-Tú…-Roxan le miró fijamente.- ¿Tú me quieres?

Él se sonrojó y miró el suelo con el ceño fruncido. Roxan se dirigió a gatas hasta a él y se situó delante suya.

-Yo te quiero mucho. Tanto como a Papá y a Mamá. ¿Y tú?-insistió la pequeña.

Reynald seguía sin responder. Parecía estar en otro mundo. La pequeña comenzó a hacer pucheros, gimiendo muy bajo. Reynald le abrazó al instante y le acarició la espalda, colocando la barbilla en su pequeño hombro.

-Te quiero más que a nadie ¡Mucho más que a Papá y a Mamá!

Roxan levantó su cabezita y se separó lentamente de él.

-¿De verdad?

-De verdad.

-¿Pero de verdad de la buena?

-Sí, Roxan-Reynald sonrió.

Ella no pasó por alto el atisbo de duda que se había reflejado en sus ojos. Pero no dijo nada. Sabía de sobra que, al principio, cuando ella nació, no era precisamente afecto lo que él le tenía. Aun así, Roxan estaba segura de que ahora él sí le tenía cariño, y que le quería. Y con sólo eso, ya era feliz.

Fin Flashback

Roxan se dejó caer en un banco de madera, que crujió bajo su peso. Inclinó hacia delante el torso y la espalda, apoyando los brazos en las rodillas y colocando la cabeza entre ellos. Un repentino dolor de cabeza, seguido de un escalofrío, le sacaron de su ensimismamiento.

Roselyn.

Se levantó de un salto y comenzó a caminar, respirando dificultosamente, aumentando la velocidad hasta convertirlo en una carrera contra reloj hacia el apartamento de Roselyn. Tenía un mal presentimiento. Uno muy malo.
Instalaciones subterráneas de Umbrella Corporation-8PM de la tarde (cinco horas más tarde).

Wesker prestaba atención a todas y cada una de las ideas y explicaciones que sus compañeros científicos exponían, auqnue en realidad el aburriento le estaba matando. Eran charlas, apuntes que ya conocía de sobra. Pero aun así debía escucharles. Miró a su izquierda de reojo, observando la silla blanca desocupada, la de su colega y compañero William Birkin. Su ausencia se hacía notoria. La silla de Anette también estaba vacía.

Suspiró, pasándose una mano por el pelo y ahuecándolo. La Doctora Ellen Smith le miró furtivamente unos segundos, y después volvió a prestar atención a Drake Jones. Su mujer, Caroline, no se perdía ni un solo movimiento de su segundo marido, con el que se casó hace cinco años. Parecía una chiquilla totalmente enamorada.

Y, Wesker se preguntaba, ¿qué le veía? Drake no se caracterizaba precisamente por ser cariñoso, modesto o amable. Era narcisista, arisco, y poco cariñoso. Hum… ¿No te recuerdan a ciertas personas?

La mente de Wesker se imaginó, donde estaba Caroline, a Roxan; mirando, donde estaba Drake, a sí mismo. Wesker dando explicaciones, y Roxan, analizando y admirando todos sus gestos, rasgos y palabras. Su mirada de adolescente enamorada, mientras él la ignoraba.

Un sentimiento, jamás conocido por Wesker, ocupó su pecho. Era una sensación extraña, poco agradable. ¿Culpabilidad? ¿Remordimientos?

El aburrimiento le podía. Sacó del bolsillo de su bata su móvil, de una tecnología bastante avanzada para la época. Y marca Umbrella. Tecleó en él algunas cosas, lo más disimuladamente posible. Accedió a la base de datos del RPD, sin encontrar nada interesante. De repente, una ventana ocupó la pantalla. En ella, se veía a la periodista, Terri Morales, del canal de noticias 7, narrando los acontecimeintos más recientes.

"Noticia de última hora: Uno de los edificios más antiguos de Raccon City, el Raccoon Imperial, arde en llamas. Los bomberos y la policía están en camino, lo que nos hace cuestionarnos la eficacia del RPD en casos cómo éstos. Aun se desconoce si el incendio fue provocado o si fue culpa de agún escape de gas. Aquí Terri Morales informando desde el Canal 7 para Raccoon City".

Wesker sabía qué edificio era el Raccoon Imperial. De hecho, estuvo pensando en comprar el ático, pero las tuberías de cobre tenían ya cincuenta años, por lo que debería cambiarlas. Y eso costaba un ojo de la cara. Y tampoco tenía calefacción, y si no quería helarse en invierno, también debería ponerla. Por el resto, era una maravilla. Era una pena que ahora estuviera ardiendo en llamas.

Un escalofrío repentino le recorrió la columna. Ellen Smith le miró de reojo, de nuevo. Él se percató de ello, pero le ignoró. Miró de nuevo el teléfono. Tenía un mal presagio.

-¿Hay algo que quiera compartir con nosotros, Doctor Wesker?

El aludido contempló a Drake, que le escudriñaba con la mirada. Sus ojos no reflejaban nada bueno.

-No.

-¿Ah, no? Pues yo le veo muy entretenido con el móvil. ¿No le interesa lo que estoy contando? Creí que usted quería hacerse cargo del desarrollo e investigación del Virus T.

-Sí, así es, Señor Jones, pero es un tema que conozco de sobra. Todo lo que usted ha expuesto yo ya lo sabía de antemano. Además, no estamos en el instituto. Dudo que ocurra algo si consulto mi móvil un instante.

-Yo lo considero una falta de respeto y una muestra de desinterés total, …

-¿Por qué no nos tomamos un descanso, querido?-intervino Caroline, poniéndose en pie y dedicándole una dulce sonrisa a Drake y a los allí presentes.

Drake gruñó y salió de la estancia, blanca como el marfil. Caroline le siguió con la mirada y, una vez él cerró la puerta con fuerza, se dirigió a los científicos e investigadores:

-Perdonen a mi marido, está un poco susceptible-dijo ella.-Pueden salir a tomarse un respiro antes de continuar con la reunión.

Caroline suspiró. Todos se levantaron y comenzaron a salir por la misma puerta por la que Drake se había marchado. Wesker también se dispuso a marcharse, pero en el momento que fue a recoger sus cosas, Caroline le dijo:

-Doctor Wesker, ¿querría tomar un café conmigo? Necesito hablar con usted de un tema un tanto… Personal.

Albert se giró hacia ella con una ceja enarcada. Caroline rió, mientras se ponía la mano en el pecho. Él sonrió levemente y cruzó los brazos ante sí.

-Hmm… Dudo mucho que a su marido le guste esa idea. Pero, ¿quién soy yo para negarle un café?-respondió Wesker.
Reynald colocó el dorso de la mano sobre la frente. Su padre le tendió un vaso de agua, recibiendo un refunfuño por parte de su hijo como respuesta. Dmitry le miró, serio y preocupado.

-Reynald, como te vuelva a ver acercándote a una botella Four Roses, te juro que además de ser tuerto, serás manco.

Él sonrió levemente ante la amenaza de su padre. Suspiró y cerró el ojo sano.

-De acuerdo, papá. Prometo no volver a acercarme a nada que contenga alcohol…

-Bien. Quedas avisado, Reynald.

Dmitry frunció el ceño y le observó.

-¿Por qué lo has hecho? Ni siquiera cuando tu madre se marchó hiciste esto… ¡Es sólo una mujer! Además, ¡ni siquiera te ha contestado sí o no!-exclamó su padre.

-No ha hecho falta que me diga que no. Lo he visto en sus ojos… Si, de verdad dudase, lo habría notado. Conozco bien a las mujeres y sus reacciones…

-Hijo, nadie conoce en verdad a las mujeres. Son un libro cerrado que ningún hombre logra abrir, y mucho menos entender, jamás…

-Pero yo sí conozco a Roxan. Me he criado con ella.

-Ése es el problema: Roxan y tú os conocéis muy bien. Siempre habéis estado juntos, ¿y ahora vais a echar a perder lo vuestro?

-¿Lo nuestro? ¿Qué nuestro?

-Vuestra relación.

-No hay ninguna relación entre nosotros, no al menos de ese tipo.

-Bueno, eso es lo que crees tú. En mis tiempos lo que tú y ella tenéis era un noviazgo. Sólo los enamorados se tratan así-Dmitry se pasó la mano por la cara. Miró con detenimiento a su hijo y respiró hondo.- ¿Por qué no te distraes un rato con la tele? Quizás se te despeje un poco la cabeza.

Reynald asintió y cogió el mando de la televisión. Se encendió, justo en el canal 7. No se sentó, tan sólo observó la tele en pie.

Dmitry oyó un algo caer al suelo desde el cuarto de baño. Cogió una toalla y se secó el rostro. Salió del baño a toda velocidad, yendo hacia el salón del apartamento. No supo si relajarse o ponerse más nervioso en cuanto vio a Reynald sentado en el suelo, con las manos en la cabeza. Era la primera vez en años, décadas incluso, que veía llorar a su hijo.

-Reynald, ¿pero qué pasa…?

A Reynald le faltaba el aire.

-¿Esto no será por Roxan, no?

Él no respondio. Dmitry entendió lo que ocurría. Era por Roxan, pero no por el tema que él creía. Sintió que se le partía el alma en cuanto escuchó a Terri Morales anunciar:

-Los bomberos han llegado junto con una ambulancia hace veinte minutos al Raccoon Imperial. Han extinguido las llamas, y rescatado a las personas que allí vivían. Ningún herido grave; a excepción de la agente Roxan Jones, que se hallaba en el edificio en el momento del incendio, con quemaduras de segundo y tercer grado. Los médicos han declarado que harán lo que puedan por ella, aunque su estado es bastante grave.

Reynald estaba al borde de desmayarse.

-Oh Dios mío…-decía una y otra vez, con las manos en la cabeza.- ¿Pero qué ha pasado?
Wesker sujetó a Caroline en cuanto desfalleció. No sabía si él también podría mantenerse en pie mucho tiempo. Odiaba ése cúmulo de sentimientos que se estaban formando en su interior. Arrepentimiento, tristeza, terror, preocupación… Quería hacerlos desaparecer todos. Pero por ahora no podía, ni sabía cómo. Cuán molesto era aquello. Jamás le había ocurrido nada semejante.

¿Pero por qué Roxan le había calado tan hondo? ¿Qué había hecho para que Wesker se sintiera así?

A Wesker le habían educado y enseñado para que no le ocurrieran cosas cómo esta. William al final tuvo razón. Al igual que Birkin cayó a los pies de Annette, él sucumbiría a los encantos de una mujer. Pero aun tenía tiempo de buscarle un remedio.

Mas ahí estaba el problema: ¿cómo combatir esos sentimientos? ¿Era el amor una enfermedad con remedio? La verdad, no lo sabía. Era la primera vez que lo experimentaba. Porque, lo que sentía por Ellen Smith… Bueno, en realidad no sentía nada. Era simple atracción física, un capricho del momento. Y lo de Odette Muller… Eso fue lo más parecido al amor que había sentido en su vida. La única vez que casi caía a los pies de una mujer, pero se apartó de ella en el momento justo. Y con Roxan, podría hacer lo mismo. Pero, lo curioso era, que una parte de sí mismo no quería, que necesitaba verle todos los días, provocarle una sonrisa, ponerle nerviosa, acariciarle y besarle. Se podría decir que era su lado, hasta hace poco desconocido, romántico o enamorado.

-¡Caroline! ¿Se encuentra bien?-preguntó Wesker, dejándole en el suelo con delicadeza.

-Mi… Mi hija…-susurró Caroline, con la voz quebradiza y apenas audible. Sólo Albert le oyó-Mi niña… ¿¡Qué ha pasado!?

Wesker le abanicó con una revista, a la vez que decía:

-Que alguien me de un vaso de agua.

Los científicos, entre los que no se encontraba Drake, se miraron confusos entre sí. Ellen fue la única que dio un paso hacia adelante y le tendió una botella de agua. Ella se acuclilló junto a Wesker y le tomó el pulso a Caroline, mirando a Albert de reojo.

-Está bastante alterada. Será mejor que se tranquilice antes de hacer nada-dijo Ellen, recibiendo una dura mirada de Wesker.

-¿Cómo quieres que se tranquilice?-inquirió Wesker. Ellen frunció el ceño.

-¿Pero por qué se alteró tanto?

-Roxan Jones es su hija.

La cara de Ellen era, principalmente, de asombro e incredulencia.

-Así que… ¿La hija de Drake y Caroline, no?

-Bueno… No exactamente.

Ellen alzó las cejas.

-¿Cómo que no exactamente?

-Es una larga historia, y que no tengo por qué explicártela. Pregunta demasiado. ¿Por qué no hace algo de utilidad y trae algo de hielo y tranquilizantes?

A Ellen le sorprendió el corte que Wesker le acababa de dar. Se levantó y cogió la taza con café, bastante caliente, que uno de sus compañeros tenía en la mano. Derramó el hirviente contenido de la taza sobre Wesker, quién estaba tratando de tranquilizar a Caroline. Él apenas reaccionó, aunque en verdad le dolió. El café cayó sobre su cabellera rubia y por el interior de la bata, provocándole un escozor ardiente en la cabeza y la espalda. Ellen salió de la pequeña sala de descanso dando un portazo. Ugh, ésta mujer es más insufrible que Roxan, y eso sí que es difícil…, se dijo Wesker.

Roxan. Tenía que hacer algo por ella.

-¡Quiero que la chica del incendio sea transportada inmediatamente a estas instalaciones!-exclamó, en tono imperativo, mirando a los presentes.- ¡Vamos! ¿¡A qué estáis esperando!?

-Pero, Señor…-farfulló uno de los científicos novatos.

-¿¡Acaso no me has oído!?

-Sí señor. Ya vamos.

-Quiero a los mejores bajo su cargo, además de vigilancia. Asentadla en la habitación más luminosa de la Mansión. Y, en cuanto esté aquí, avisadme. Yo me hago responsable de ella.

-¿Por qué tanto interés en la chica?-le preguntó otro científico, con el que no se llevaba precisamente bien.

Wesker entreabrió la boca para responderle, pero no supo qué decir. Se preguntó eso. ¿Por qué tanto interés en su subordinada?
Y bueeeno… Hasta aquí el capítulo 16. He dejado algunas incógnitas para que haya más suspense xD Lo primero, mil disculpas por tardar tanto. Pero lo importante es que al final subí el dichoso capítulo e_e

Lo segundo, muchas gracias a Raven y a randomargentinian por sus comentarios. Sí, adoro dejaros con el suspense XD

¡Hasta otra, y dejad revieews! O ya sabéis, mandaré a One Direction y a Justin Bieber a vuestras casas XD
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Raven Bellamy » 08 Ene 2013 07:24

JODER!!!
Aún no me los has mandado verdad??? :shock: :shock: :shock: :shock:
Verás que tuve un problema de salud y aun ando jodida e___e
En fin, excelente capitulo como siempre, creo que he muerto....DIOS!!! Ya no tengo palabras.
Solo te dejo una advertencia: No oses dejarme en suspenso DX
Nehhh...así está bien, has que me coma las uñas por la ansiedad XDDDDD
Esperaré el siguiente capi >w<
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Anny Wesker » 10 Ene 2013 00:25

Ayy Roxan es que me dio miedo y casi me caigo al suelo del susto Imagen
Avísame cuando vienen así me voy a otro lado XD

En cuanto a tu historia es increíble, ya llevas 16 capítulos de Afterlife love Imagen
Muy buen trabajo, muy bien narrado todo y me encanta cuando a Wesker lo llaman "doctor Wesker"
El fic esta estupendo, eres toda una genia Imagen
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Roxanne Rivaille » 10 Mar 2013 23:14

Capítulo 17: Promise of Retribution
Oculto:
El monótono pitar de las máquinas se había vuelto una exasperante melodía que hacía crispar los nervios de cualquiera. Miró la máquina que monitorizaba el débil pulso de Roxan. Su propio corazón se disparaba cada vez que notaba un descenso fuera de lo normal. Se preguntaba qué habría ocurrido para llegar a esta situación, con su vida dependiendo de un montón de máquinas otra vez. ¿Acaso era una suicida? ¿No pensaba antes de actuar? Parecía que a Roxan le gustaba poner en peligro su vida y la de los demás. Alargó una mano para acariciar la suya, pero se detuvo al ver el grueso vendaje que rodeaba casi todo su cuerpo. Ojalá pudiese hacer algo para ayudarte, Rox, se dijo él con cierta recriminación.

Advirtió un leve movimiento de cabeza, de lado a lado. Clavó su mirada en Roxan, esperando algo más. Quizás fue un acto reflejo, fugaz e insignificante. Suspiró, mientras se recostaba en el incómodo y pequeño sofá blanco que había junto a la cama. Se pasó la mano por el pelo, mirando el techo y frunciendo el ceño al divisar el logo de Umbrella Corporation en el techo grisáceo. Odiaba los hospitales, pero desearía que Roxan estuviera en uno en lugar de en las instalaciones subterráneas de Umbrella. Podrían estar tratando de experimentar con ella, convertirla en un conejillo de indias de algún nuevo producto, o algo peor. Con Umbrella Corp. no se podía tener la certeza de lo que podía ocurrir nunca. Y era molesto y aterrador a la vez.

Dirigió su mirada a la puerta cuando notó que se abría. Por ella entró Albert Wesker, portando unos viales en una mano y una carpeta en la otra. Leía algo con gran atención, sin apartar su mirada de los papeles hasta el momento en que soltó lo que llevaba en una mesa metálica que había frente a la cama en la que reposaba Roxan. Reynald y él se miraron por unos instantes, sintiendo un desprecio mutuo.

-¿Cómo está?-preguntó Wesker, observando las máquinas de alrededor para al final posar su mirada en Roxan.

Ella parecía descansar plácidamente, aunque en verdad estaba sufriendo por dentro.

-Antes ha movido la cabeza. Como si estuviese negando. Nada más-respondió Reynald, contemplando también a Roxan.

Wesker asintió quedamente.

-¿Está despierta?-interpeló Reynald.

-No-alegó Wesker.-Sigue inconsciente.

-¿Y cuándo… volverá?-insistió.

Albert encogió los hombros.

-Para ser franco, no lo sé. Puede despertar en cualquier momento-dijo Wesker.-Eso si tiene la suerte de volver en sí. Aunque es muy probable que llegue a tardar semanas, incluso meses.

Reynald cerró los ojos. Colocó una de sus manos sobre su cabeza.

-Deberías marcharte.

-Ni en tus sueños, Wesker. No voy a dejarle sola.

-Lo digo por tu bien y por el de ella.

-¿Desde cuándo te importamos alguno de los dos?

Wesker esbozó una sonrisita altanera y apoyó una de sus manos sobre el piecero de la cama.

-Bueno, es cierto. Me importa un bledo tu bienestar, pero ella sí me preocupa-objetó él.

Reynald soltó una leve y sarcástica risa.

-Ya, claro.-Wesker le fulminó con la mirada.

-Mira, Reynald, te aconsejo que no te hagas el chulo con quien no debes. Deberías estarme agradecido por dejarte visitarle, además estar salvándole la vida a Roxan.

Reynald dejó escapar un gruñido. Detestaba a ése hombre desde lo más profundo de su ser. ¿Por qué tenía ese afán de quedar siempre por encima de todos?

-No me marcharé ni a tiros-insistió Reynald.

Wesker alzó las cejas. Introdujo la mano en el interior de su bata, con la fija mirada de Reynald siguiéndole. Albert sacó la Samurai Edge. Reynald se echó a reír.

-¿Estás seguro de lo que dices? Aun puede dejarte totalmente ciego, Svirnov. Y no vacilaré, ni en matarte ni en dañarte-advirtió Wesker, apuntando a un desternillado Reynald.

-Oh, qué miedo-se burló él.-Esta noche no podré dormir por tu culpa.-Rió de nuevo.-Dime, ¿qué pensaría Roxan de ti si lo hicieses, si me matases? ¿Crees que caería rendida a tus pies? ¿Son esas tus técnicas de seducción? No me extraña que Ellen y Roxan te odien.

Wesker apretó la mandíbula y entrecerró los ojos. Tronó el cuello y sonrió de lado, guardando de nuevo el arma.

-Sabes, no hay ni un solo instante en el que no quiera acribillarte a balazos. Y si no lo hago, es por ella-Albert señaló con un leve gesto de cabeza hacia Roxan.-Además, no merece la pena matarte. Me divierte ver tus patéticos intentos de conquistarle.

Reynald sacudió la cabeza, dejando escapar una momentánea risa. Puso los brazos en jarras y miró de soslayo a Roxan al detectar otro movimiento. Se dirigió de nuevo al lado de la cama, seguido por la atenta y fulminante mirada grisácea de Wesker.

-¿Rox? ¿Estás…?-preguntó, en un susurro que se desvaneció en el aire sin llegar a tener respuesta.

Reynald se giró hacia Wesker.

-¿Es cierto eso que cuando una persona está en coma le puede ayudar que le hables?

-Ella no está en coma. Y, aunque lo estuviese, no creo que hicieses que se recuperase de repente dándole extensas charlas-alegó Wesker, rodando los ojos.

-¿Y se recuperará de sus quemaduras?

-Con paciencia, el tratamiento adecuado y un buen especialista, seguro que sí. Además, contamos con la ventaja de que aun queda un retazo del Virus X en su cuerpo, lo que acelerará el proceso de curación.

-Espero que esto acabe pronto. Roxan no ha tenido ni un solo descanso…-comentó Reynald.-En cuanto se recupere, creo que debería tener unas merecidas vacaciones...-dijo mirando de reojo a Wesker.

Albert sabía lo que insinuaba. Intentaba convencerle de que le diera unas vacaciones a Roxan en cuanto tuviera oportunidad, ya que era su jefe. Aunque, para disgusto de Wesker, estaba de acuerdo con Reynald. No sólo debía escaparse un tiempo para relajarse, si no también para preservar su seguridad, que era bien poca si continuaba en Raccoon City. Wesker sabía a ciencia cierta que además, Reynald iría allá donde fuese Roxan, y eso le pondría aun más en peligro. Albert conocía bastante bien a Víctor Stracciatella-antaño trabajó con él-y sabía que no era estúpido, así que seguramente tendría a Reynald bajo vigilia también.

Suspiró. Introdujo ambas manos en los bolsillos de su bata blanca de laboratorio y giró sobre sus talones.

-¿Te vas? ¿No tienes que hacerle pruebas, ni revisarla? ¿Nada?-dijo Reynald, clavando su mirada en Wesker.

Albert se detuvo. Hundió los hombros, y se dijo a sí mismo, casi como un reproche, con voz apenas audible:

-No hay nada que pueda hacer por ella...
-Sherry, ¿qué te parece si te vas yendo a la cama? Yo subo en unos minutos-sugirió Gaby, dedicándole una sonrisa dulce y alentadora a Sherry.

Ella asintió, sin rechistar, aunque tampoco parecía conforme. Subió las escaleras con la cabeza agachada. Gaby miró cómo la niña entraba en su habitación. Regresó a la cocina, y buscó algo que fuera comestible, aunque en verdad lo que buscaba era algún dulce. Tras registrar el frigorífico, las alacenas y la despensa, lo más parecido que encontró fueron unos cereales casi intactos. El resto de comida eran verduras, frutas, pan, café, carne y lácteos. Gaby sabía que Wesker se cuidaba mucho, por lo que jamás le había visto comiendo dulces o comida grasienta. Bueno, ella era todo lo contrario: la base principal de su dieta eran los dulces. Aunque por mucho que comiese, nunca subía de peso, lo cual era una gran ventaja.

Cogió un bol y vertió sobre él un poco de leche y una buena cantidad de cereales. Se dejó caer sobre la silla como si fuera una pluma y hundió la cuchara en lo que sería su cena. Apenas pudo llevarse un poco a la boca cuando escuchó un desgarrador grito proveniente de la planta superior.
-¿De qué quería hablar conmigo, Caroline?

-Es sobre Roxan…

Wesker asintió, incitándola a continuar. Caroline miró al suelo, un tanto incómoda.

-Si no me equivoco, usted y mi hija tuvieron una relación amorosa-dijo ella, masajeándose las muñecas.

Él alzó las cejas. ¿Relación amorosa? ¿Él y Roxan… novios? No terminaba de saber si lo que hubo entre ambos fue una relación auténtica.

-¿Adónde pretende llegar?-le preguntó Wesker, frunciendo el ceño.

Caroline suspiró.

-Quiero que aparte a Roxan de Reynald-dijo finalmente.

Wesker ocultó bastante bien la sorpresa que la había causado esa petición.

-¿Y por qué?

-Porque no creo que Reynald le haga ningún bien a mi hija. No está a su altura.

Albert alzó una ceja.

-No puedo hacer eso-replicó él.-Por mucho que quisiera, no puedo. No es un asunto mío.

-Sí que lo es. Ella sigue enamorada de usted, aunque es demasiado orgullosa como para reconocerlo-protestó ella.-Y debe intervenir antes de que se despierte y Reynald consiga hacerse con la suya.

Wesker no se podía creer lo que estaba a punto de decir, algo tan impropio de él… Pero iba a hacerlo.

-Mire, Caroline. Creo que lo mejor que le puede pasar a Roxan es que acabe correspondiendo a Reynald. Él es un tonto enamorado, que quizás no sea de su agrado ni del mío, pero está loco por ella, y piensa darle todo lo que yo no soy capaz de proporcionarle a su hija: un amor incondicional, alguien en el que confiar, un hombro en el que llorar y alguien con quien pasar el resto de su vida. Son cosas que yo no puedo ofrecerle, por como soy, por quién soy. Y creo que usted también debería aceptarlo, aunque le cueste, al igual que lo he hecho yo. A parte de que, ella me odia con todo su ser, y dudo que vaya a cambiar de opinión. Llevamos un buen tiempo peleados-suspiró.-Además… Roxan creía estar enamorada de mí. Pero no lo estuvo.

Caroline negó con la cabeza.

-Estás muy equivocado, Wesker-insistió Caroline.

Ella se giró y cogió un pequeño cuaderno de tapa dura negro, con varios corazones y mariposas blancas dibujadas en la solapa. Se lo tendió a Wesker, que lo escrutó con la mirada, como si se tratase de una bomba.

-Cógelo. Échale un vistazo, y después dime si yo llevaba razón o no.

Wesker lo tomó a regañadientes y lo guardó en el interior de su chaqueta de traje gris. Dedujo que sería de Roxan, un diario personal-bastante personal-, y que Caroline se lo habría arrebatado en un momento de despiste. Aunque Roxan jamás le quitaría la vista de encima a algo tan íntimo como un diario…

Se sentó en el asiento del conductor de su sedán negro, al que le había reparado los frenos hacía poco, y arrojó el diario al asiento del copiloto. Durante el trayecto hacia casa lo miró de reojo repetidas veces, preguntándose si debería leerlo. Probablemente ocupe la gran parte de esas páginas. Debería saber qué dice de mí, se dijo a sí mismo. Aparcó el coche frente al portón metálico de la cochera. La quietud y el silencio que reinaba en la casa le transmitieron una mala sensación. El cielo comenzaba a oscurecerse, reduciendo la visión de Wesker, más las gafas de sol que aun llevaba puestas. Fue a introducir las llaves en la cerradura de la puerta principal, pero no hizo falta: estaba abierta. Aquello puso a Wesker alerta. Sacó la Samurai Edge y la sujetó con ambas manos en alto. Empujó la puerta con el hombro y entró al recibidor, apuntando a todas partes. La única luz que estaba encendida era la de la cocina.

Wesker encendió la luz, viendo en primer plano la escenario de una buena pelea, bastante reciente. La barandilla estaba rota, los cuadros apenas se sujetaban en sus marcos, los muebles reposaban en el suelo-al igual que los sofás-; y en la cocina, todos los armarios estaban abiertos y colgando de sus respecivas bisagras, había varias sillas rotas y la mesa se hallaba partida en dos en medio de la habitación.

-¿Pero qué…?-exclamó Wesker al ver todo aquello.

Bajó el arma y contempló su casa, destrozada, conmocionado. Gaby… Sherry…

Subió corriendo las escaleras, vociferando el nombre de ambas, rogando que estuviesen bien. Abrió de una patada la puerta del cuarto de Sherry.

Apoyada en el filo de la cama, Gaby trataba de respirar afanosamente. Sostenía su hombro izquierdo, del que brotaba sangre. Apenas pudo alzar la cabeza al ver a Wesker. Su rostro estaba lleno de magulladuras y cortes que aun sangraban. Wesker corrió hacia su lado y se acuclilló junto a ella.

-Gaby… ¿Qué ha ocurrido? ¿Estás bien?-le preguntó, tomándole del rostro y analizándole.

-Sherry…-musitó ella.

-¿Dónde está?

-Él… Se la ha llevado… Lo siento mucho, Wesker…

-¿¡Cómo que se la ha llevado!? ¿¡Quién es él!?

-Víctor… Ha dejado un mensaje para ti…

Gaby le dio una pequeña figura de origami manchada de sangre. Wesker la cogió y la desplegó, y leyó el mensaje en voz alta:

-"Si quieres recuperar a la niña, creo que sabes lo que tienes que hacer, Albert. Entrégame a Roxan y te devolveré a Sherry sana y salva. Si no… Bueno, no sólo la mataré, si no que iré a por la otra persona que más amas. Oh, y no sabes cuánto disfrutaré torturándola. Y eso quedará bajo tu conciencia, Albert. Tú serás el responsable de la muerte de ambas. Piénsatelo. Cuando tomes una decisión, avísame… Atentamente, Víctor".

Wesker arrugó la hoja y la lanzó contra la pared.

-Esto no quedará así, Víctor… Te haré pagar por esto.
Su PDA sonó en el interior de uno de sus bolsillos. Rodó los ojos y la cogió, mientras lanzaba un bufido.

-Aquí Rand-dijo el joven, alzando el aparato.

El rostro de su compañera, Ada Wong, ocupó la diminuta pantalla.

-¿Acaso no te alegras de verme, Rand?-inquirió ella, con una sonrisita burlona.

-Más quisieras-respondió él.

-El Jefe me ha pedido que te comunique que estás en una nueva misión.

-¿Y en qué consiste?

-Vigilar.

-Eso es aburrido-protestó él.

-Lamento que no puedas estar asustando a gente y matando todos los días-contestó ella, con sarcasmo.

Rand suspiró.

-¿Quién es el afortunado?-le preguntó.

-Querrás decir quiénes.

-¿Y bien? Tengo prisa-dijo Rand con frialdad.

-¿Te suenan de algo Roxan Jones y Reynald Svirnov?

Rand trató de hacer memoria, pero no le sonaban de nada.

-Para nada.

-Pues entonces te envío a la PDA todo lo que necesitas saber. Hasta luego, grandote.

La conexión se cortó. Rand guardó de nuevo la PDA y redirigió su mirada al centro de la lúgubre sala, con tan sólo una bombilla casi gastada colgando del techo. En el centro, un hombre se removía, agitado y nervioso, en la silla a la que estaba atado. En su boca se encontraba un trapo sucio que Rand había encontrado entre la mugre del edificio abandonado. Caminó hasta la salida, pasando de largo de él, dedicándole una gélida mirada al cerrar la puerta. Charles McKlascky, un chivato de La Organización al que Rand había cazado en pleno trato con una compañía rival, hizo tambalear la silla agitándola enérgicamente, hasta hacerla caer. Justo cuando creía que estaba a punto de escaparse, la puerta volvió a abrirse con un chirrido metálico.

La sombra del muchacho se cernió sobre él. Del miedo, no pudo evitar orinarse en los pantalones. El cuerpo le temblaba como una hoja. Cerró los ojos, aguardando a su final.

Rand desenfundó su Beretta y apuntó a la cabeza de Charles.

-Buenas noches, Charles.
El disparo atravesó el cráneo de McKlascky, manchando el suelo de sangre y materia rosa y gris. Rand se marchó con una sonrisa de oreja a oreja.

Antes de nada, quería agradecer a mis lectores sus reviews y su apoyo. Sin vosotros este fic no sería nada :D

Lo segundo: tenemos nuevo personaje. Podréis conocer más de él en próximos capítulos.

Lo tercero: lamento la tardanza.

Lo cuarto: dejad reviews o mandaré a Justin Bieber, a One Direction y a Peter Languila para que os acosen eternamente XD
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Azrael » 10 Mar 2013 23:44

genial como siempre :D, debo admitir que aunque te tomas tu tiempo, escribis un monton y eso lo compensa XD
y mandalos nomas que me gustaria "conocerlos" de cerca :twisted:
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Raven Bellamy » 16 Mar 2013 01:16

MUERO!!! MUERO!!! MUERO!! :shock: :shock: :shock: :shock:
La espera por el capítulo valió la pena, ahora si se va a armar la buena con Victor y Wesker O___O
Y Rand?? No me lo esperaba xDDD
Te pido de rodillas que no tardes con el nuevo cap, cada vez se pone mejor, y cada vez crece mi ansiedad xD
De mi parte te felicito por tan maravilloso capítulo, cada día mejoras más y consigues mantener la intriga y el misterio en la historia por lo que es bastante amena de leer.
=D> =D> =D> =D> =D>
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por airam_wesker » 22 Mar 2013 21:46

te quedo demaciado bueno me has matado con lo de wesker tragándose su orgullo
Oculto:
Wesker no se podía creer lo que estaba a punto de decir, algo tan impropio de él… Pero iba a hacerlo.

-Mire, Caroline. Creo que lo mejor que le puede pasar a Roxan es que acabe correspondiendo a Reynald. Él es un tonto enamorado, que quizás no sea de su agrado ni del mío, pero está loco por ella, y piensa darle todo lo que yo no soy capaz de proporcionarle a su hija: un amor incondicional, alguien en el que confiar, un hombro en el que llorar y alguien con quien pasar el resto de su vida. Son cosas que yo no puedo ofrecerle, por como soy, por quién soy. Y creo que usted también debería aceptarlo, aunque le cueste, al igual que lo he hecho yo. A parte de que, ella me odia con todo su ser, y dudo que vaya a cambiar de opinión. Llevamos un buen tiempo peleados-suspiró.-Además… Roxan creía estar enamorada de mí. Pero no lo estuvo.
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Roxanne Rivaille » 14 Abr 2013 18:48

Capítulo 18: Unexpected Betrayal
-¡Auch! ¡Para ya!

Wesker hizo caso omiso de la queja de Gaby y continuó aplicando agua oxigenada en la herida que cruzaba la frente de la joven. Una tirita reposaba en el puente de su nariz, que por suerte no estaba rota, aunque su muñeca y su hombro no habían corrido la misma suerte. Gaby hizo un ademán de arrancarle de la mano la pinza con el algodón empapado, aunque se arrepintió al recibir una dura y fría mirada por parte de Wesker.

-La que tiene que parar eres tú, Gabrielle-replicó él, dejando las pinzas que segundos antes sujetó sobre una pequeña bandeja metálica.-Deja de portarte como una niña pequeña.

-¿No estarás enfadado conmigo por lo de Sherry, verdad? ¿Crees que es culpa mía? ¿Qué podría haber hecho yo para evitarlo? No tengo superpoderes como el loco con apellido de helado-protestó ella, mirándole con las cejas fruncidas hacia abajo, enfadada.

-Pues, podrías haberte quedado con ella, y no haberte puesto a comer.

-¡Oh, venga ya!

Gaby se levantó de golpe, haciendo que la silla se echara hacia atrás por inercia, causando un chirrido bastante molesto. Wesker esbozó una mueca de desagrado y ladeó la cabeza ante aquel repentino estrépito. Gabrielle salió furiosa de la cocina, dando un portazo que hizo temblar los cimientos de la casa. Tras varios minutos contemplando la puerta por la que Gaby se había marchado, Albert se levantó y recogió el botiquín de la encimera de la isla de la cocina. Miró descorazonado la habitación, dejando escapar un prolongado y exhausto suspiro.

Comenzó a subir las escaleras, en cuya barandilla de madera se habría apoyado de no ser porque estaba destrozada y lo último que necesitaba era tener un trozo de madera atravesando su mano. Antes de entrar a su dormitorio, se detuvo ante la puerta del cuarto que hacía unas horas ocupó Sherry. Contempló abatido, furioso, la Barbie que le había regalado en Navidad. Se acercó hasta ella y la recogió del suelo, mirando su cabello rubio pulcramente peinado y el vestido plateado que cubría su cuerpo de plástico. No pudo evitar fijarse en el pie de la muñeca, en cuya planta se encontraba escrito, con letra redondeada y estilizada, el nombre de su dueña. Apretó en su mano el juguete, pensando en cómo y dónde estaría Sherry en aquellos instantes. La culpable no es Gaby…es Roxan.
Reynald se pasó la mano por la parte posterior del cuello, incómodo ante la continua y escrutadora mirada de Caroline. Carraspeó, intentando rellenar ese silencio tan incómodo que ocupaba la habitación desde hacía cinco largos minutos. Jamás se había sentido tan intimidado, y eso que sus superiores hacían temblar a cualquier soldado solo con oír sus nombres, y mucho menos por una mujer. Roxan le imponía bastante de por sí, pero su madre…

-¿Cómo está Cassandra?-preguntó ella finalmente, rompiendo el silencio.

-¿Eh? ¿Cassandra?-balbuceó él, sorprendido por la pregunta.

Siendo sincero, Reynald no tenía ni idea de cómo estaba Cassandra. La última vez que hablaron fue hace varios meses, cuando ella le llamó para decirle que estaría de vuelta en una semana, pero al final su vuelo se atrasó… Y tampoco es que tuviera muchas ganas de mantener algo parecido a una conversación con Cassandra, aun estaba muy cabreado por lo de las invitaciones-y, encima, a una boda que no iba a tener lugar-.

-Ah, pues… Bien…-respondió, tratando de sonar convincente.

-Recibí vuestra invitación. Felicidades.

Reynald suspiró. Miró de reojo a Carlos Olivera, que parecía estar riéndose a su costa desde hace rato en compañía de Charlie Coulson y Mark Shepard, dos chicos recién llegados a su equipo. Ya verán en cuanto los coja. Van a saber de qué estoy hecho…

-Pues, verá, Caroline… No va a haber ninguna boda-dijo él.-Pero, parece ser que Cassandra no termina de entenderlo.

-¿Es por Roxan?-inquirió Caroline ligeramente mosqueada.

Reynald tensó la mandíbula. Entrelazó ambas manos tras su espalda y se enderezó, irguiéndose cuan alto era. Caroline le lanzó una mirada desafiante, entrecerrando los ojos. Después agachó la mirada y sacudió la cabeza, en un gesto de desaprobación.

-Empiezo a cuestionarme de qué me sirvieron todos aquellos años de academias, clases de etiqueta, lecciones de ética y moral, educación católica… Para que al final mi hija acabase así-comentó ella.

-¿Acabar así? ¿Cómo ha acabado? ¿Acaso se ha prostituido? ¿Es una drogadicta o una alcohólica? Dígame, ¿a qué se refiere?-replicó Reynald, comenzando a cambiar drásticamente de humor. Apretó los puños hasta el punto de dolerle.

-No me gusta el tono con el que me hablas, Reynald.

-Ni a mí me gusta el suyo, Caroline.

-El problema eres tú, Reynald. No eres suficientemente bueno para Roxan, y si eres listo, dejarás de luchar por ella.

-¿Qué?-articuló él, afligido.-Dejaré de luchar por ella el día en que muera.
Wesker se asomó poco a poco a la habitación, recibiendo una fulminante mirada por parte de la joven desde la cama en la que reposaba. Cerró la puerta lentamente tras de sí, y avanzó hasta el centró de la habitación, con movimientos cautelosos y lentos.

-Buenos días, Roxan. Veo que te encuentras bien…-dijo él, midiendo cada una de sus palabras.

Albert sabía que en aquellos momentos estaba bastante irascible, y él tampoco estaba de muy buen humor, así que prefería hablar lo justo y necesario.

-¿Qué estoy… bien?-respondió ella, apretando los dientes.- ¿No me has visto? Soy una mezla de momia y Freddy Krueguer, joder. No estoy bien, Wesker. Y no sé cómo demonios he llegado aquí, así que me gustaría que me lo explicases.

-Te he salvado el pellejo, Roxan. Otra vez.

-¿Salvarme el pellejo?-Roxan hizo un amago de sonrisa sarcástica.-Qué irónico, porque creo que me lo he achicharrado.

-Tengo a los mejores especialistas bajo mi cargo y tu cuidado. Aunque a mí me gustaría saber también cómo te ha pasado esto.

-No me acuerdo. Tú aquí eres el del doctorado, así que deberías saber que he sufrido un traumatismo craneoencfálico leve. O bueno, eso es lo que pone en mi historial-argumentó Roxan, señalando con un gesto de cabeza la gran carpeta que descansaba a sus pies.-A parte de estar más quemada que un vampiro cuando le da el sol.

-¿No recuerdas nada previo a esto?-interrogó Wesker.

-Pues, no… Si recordase cómo me he hecho esto, o al parecer, quién me lo ha hecho, ¿crees que estaría aquí? Sabes que puedo salir de aquí cuando quiera, Wesker, y no podríais evitarlo.

Wesker esbozó una sonrisita autosuficiente.

-Oh, no lo creo. He dejado a mis mejores soldados vigilándote día y noche-replicó él.

Roxan rió-o al menos lo intentó-.

-Hmm… Dudo mucho que Reynald sea partidario de este encierro, y mucho menos de mi vigilancia constante.

-¿Y a quién lo importa si a Reynald le parece bien o no?-repondió Wesker con frialdad.

Roxan se quedó parada ante su respuesta. Sabía perfectamente que Albert no era una persona precisamente atenta y amable, sino todo lo contrario, pero… Con ella solía mostrarse un poco menos cortante, pero parecía ser que iba a empezar a no ser la excepción.

-A mí me importa. Y mucho, Albert…

Wesker bufó y cruzó los brazos ante su pecho.

-Pues a mí me da igual la opinión de su queridísimo novio, Señorita Jones.

A Roxan le mosqueó aun más que de repente le tratase de usted. ¿Le había molestado que le llamase por su nombre de pila? ¿Se sentía incómodo cuando decía su nombre?

Si no fuese por las vendas, y por que sus mejillas estaban ligeramente chamuscadas, se habría podido notar su sonrojo. ¿Reynald y yo… novios? No supo por qué, pero no le sonó tan mal la idea: en realidad le gustó-bastante, aunque era demasiado orgullosa para admitirlo-.

-Él y yo no somos… Novios-rebatió Roxan, mirándose las manos un tanto avergonzada.

-Pero hay un tonteo bastante evidente, Jones. Además, hay que estar ciego para no darse cuenta de lo que su amigo tuerto siente por usted.

-Primero: trátame de tú, Wesker. Que me haces sentir vieja… Y segundo…

Wesker se adelantó a Roxan y dijo:

-Creo que lo mejor es que le trate de usted; le recuerdo que soy su superior, Jones.

-Hablando de eso: ¿por qué el Capitán de S.T.A.R.S trabaja para Umbrella Corp.? ¿Qué pintas tú aquí, Wesker? ¿Cómo es eso de que tienes un doctorado en bioquímica…?

Wesker comenzó a ponerse tenso. Tarde o temprano llegaría este momento, Albert… Se acercó hasta el gotero desde el cual se le suministraba el suero vía intravenosa a Roxan. Introdujo la mano en el interior de su bata de laboratorio y sacó una jeringuilla que contenía un líquido blanquecino de aspecto sospechoso. Roxan le miró, confundida, asustada…

-Eh, eh, oye, ¿qué haces?-le preguntó ella, con la voz temblándole por el nerviosismo.

Él la ignoró completamente. Hundió la aguja de la jeringa en el tubo del suero, ante la atónita mirada de Roxan. Descargó su contenido por completo y después tiró el pequeño y vacío recipiente a una papelera cercana.

Roxan sentía que los párpados le pesaban más de la cuenta; la cabeza le daba vueltas, y cada vez se sentía más cansada. Wesker se situó a ambos costados de la cama para atarle las manos con unas correas de cuya existencia Roxan no se había percatado. Albert repitió el proceso con los pies.

-Hmm… We-wesker… ¿Qué… estás haciendo…? ¿Qué me has hecho…?-la voz de Roxan era cada vez más baja y suave. Comenzaba a dormirse, en contra de su voluntad.-Agh… Te… Te odio…
Roselyn trató, por tercera vez en cinco minutos, de no soltar un exasperado grito y lanzar la bolsa que contenía los guisantes congelados y las mini-verduras que se suponían que serían su cena. Pero la bolsa se resistía a abrirse, y mucho. Si algo tan sencillo como el abrirla le estaba costando tanto trabajo, no quería hacerse ni idea de lo que liaría para cocinar su contenido. Y se preguntó qué haría Roxan en aquellas circunstancias. ¿Coger un cuchillo, quizás? ¿Unas tijeras?

Al instante se puso a buscar unas tijeras por la cocina, pero no encontró nada parecido. Buscó también en la despensa, aunque lo único distinto que logró discernir entre las conservas, dulces, bebidas y demás alimentos, fue una caja que descansaba en la más alta de las baldas. Se puso de puntillas para cogerla, aunque no alcanzaba. Claro, recuerda que ella es el doble de alta que tú… Ella sí podría alcanzar. Aunque… Quizás es que quiera ocultar algo en esa caja.

La curiosidad le pudo y se decidió a husmear en ella, aunque primero tendría que lograr tomarla. Saltó, una y otra vez, estirando las manos y tanteando. Cuando por fin lo consiguió, se sentó en el suelo y destapó la caja, haciendo un mohín y una mueca desilusionada al ver que lo único que había era un gorro navideño.

Justo cuando iba a devolver la caja a su sitio, se percató de que había algo en el interior del gorro carmesí. Sus ojos verdes chispearon por la curiosidad, y se apresuró a averiguar qué era. Sacó una pequeña fotografía de dentro, de Roxan con un hombre, que no era Reynald. Rubio, de piel bastante pálida, pero de rasgos simétricos y bien definidos, llevaba gafas de sol. ¿Quién es…? Rose le dio la vuelta a la foto, viendo que en su reverso rezaba "24 de Diciembre de 1997. Fiesta de Navidad del RPD. El Capitán Wesker y yo, antes de lo del muérdago." En la imagen salían él y Roxan, vestidos de un sexy Santa Claus y una elfa, respectivamente. Wesker no sonreía, parecía un tanto incómodo, seguramente por la cercanía de Roxan y su provocativa vestimenta. Roxan, mientras, sonreía tímidamente, con las mejillas casi tan rojas como el gorro que llevaba. Y, ahora que se daba cuenta, también aparecía una niña rubia entre ellos dos, algo seria. Wesker, ¿eh..? Me suena bastante… Y, ¿qué será eso del muérdago?

-¿Cotilleando en lo ajeno, jovencita?-inquirió una voz tras de Roselyn, firme y grave, serena.

Rose dio un respingo, pegándose a las baldas de la despensa por inercia, buscando algo que tomar en caso de ser necesario defenderse.

-Oh, tranquila, Roselyn, no pretendo dañarte-dijo él, tratando de que la hermana menor de su odiada (y a la vez deseada) enemiga no hiciera algo estúpido.

Ella se encogió contra la pared, escrutando con la mirada a Víctor. Él esbozó una cansada sonrisa, que luego se amplió al ver el rostro asustado de la joven.

-Vi lo que hiciste en el apartamento, Rose. Y me sorprendí bastante…-comentó él, entrelazando las manos ante sí.

-¿Có-cómo has entrado…?-balbuceó Rose.

-Eso no importa, Roselyn. Dime, ¿no sentiste nada?

-No sé de qué me hablas…-replicó ella, tragando saliva.

Víctor notó que mentía.

-Ambas estuvisteis a punto de escapar. Yo me despisté un segundo, y fuisteis a marcharos… Pero en cuanto tuviste la oportunidad, empujaste a tu hermana a mis brazos, a las llamas. Y saliste corriendo como la cobarde que eres, Roselyn.
-¿Cómo vas, grandote?

Rand hizo como si no hubiera oído a Ada, y continuó observando con los prismáticos a través de las ventanas. Con unos grandes cascos negros puestos y un dispositivo de escucha junto con un ordenador portátil negro descansando sobre su regazo, Rand continuó escuchando la conversación.

-¿Algo nuevo?-insistió la espía.

-Parece ser que tenemos una hermana celosa y resentida con ganas de tomarse la justicia por su mano…-comentó Rand, con tono indiferente.

Su ceño estaba ligeramente fruncido. Se descolgó los prismáticos del cuello, tendiéndoselos a Ada, pero ella negó con la cabeza.

-Vaya, para una vez que te dejo que te metas en mis asuntos. Seguro que te inmiscuirás cuando no debes, como sueles hacer-comentó Rand, recibiendo como respuesta una pequeña sonrisita por parte de la mujer de rojo.

Ada le guiñó un ojo, no de manera coqueta, sino con complicidad. Rand rodó los ojos, regresando a su tarea. Volvió a mirar con los prismáticos hacia la pequeña casita azul. Rand se preguntó por qué el Jefe estaba interesado en la chica policía y el soldado, ya que por lo que había averiguado hasta ahora, eran bastante corrientuchos. Tanto que apenas llevaba investigándolos una semana y ya estaba aburrido del encargo, y eso que aun no había logrado verlos en persona a ninguno de los dos, ni siquiera desde la lejanía.

Tampoco lograba hallar muchos datos sobre ellos, en especial de Roxan. Había averiguado poca cosa de ella: se unió al RPD un diez de Diciembre, y fue reclutada para los S.T.A.R.S una semana después; antes de eso, recibió instrucción militar durante tres años y medio, para realizar las oposiciones de policía poco después. Rand no encontró nada sobre ella de antes de los dieciocho, cosa que le pareció curiosa y bastante misteriosa. No sabía ni dónde había estudiado, ni dónde se crió, y tampoco sabía si tenía familia además de Roselyn-e incluso se cuestionaba si eran hermanas-.

-¿Crees que están aliados?-preguntó Ada, sacando a Rand de su ensimismamiento.

Rand había sopesado la posibilidad de que Rose y Víctor trabajaran juntos, pero había descartado la idea al escucharles hablar.

-No, lo dudo mucho. Víctor actúa de una manera meticulosa y premeditada, además de estar como una cabra. Rose es solo la hermana despechada y envidiosa, no piensa antes de actuar-contestó Rand.

-Pues creo que Rose es más lista de lo que parece, grandote. No se debe juzgar a un libro por su portada. Piénsalo: si Roxan muere, o desaparece, ella sería la única persona a la que podría pasar la herencia de sus padres; también tendría vía libre para quedarse con Reynald, cuya cuenta bancaria está a rebosar de pasta. Roselyn está sin dinero, siempre ha tenido que trabajar para vivir y no tiene dónde caerse muerta, al contrario que su hermana, que siempre fue una consentida y mimada-replicó ella.

Rand arqueó las cejas sutilmente y le lanzó una mirada curiosa.

-Ya te has metido donde no debías, ¿cierto?-inquirió, algo molesto y divertido a la vez.

-El Jefe quiere que te eche una mano, que te recuerde soy una espía de primera. Y tú no pareces avanzar mucho solo…

-No necesito ni tú ayuda ni la de nadie, Ada-protestó Rand, con el semblante serio.-Y, sobre Roselyn, puede que tengas razón, pero estoy seguro que entre sus motivos hay algo más que dinero.
-Ah… Mi cabeza…

Roxan sacudió la cabeza débilmente, somnolienta aun. Trató de abrir totalmente los ojos, mas apenas lograba entreabrirlos. Intentó dirigir una de sus manos a su cabeza para masajearse las sienes, pero se sorprendió al percatarse de las correas que rodeaban sus muñecas. Habría forcejeado de no ser porque no tenía fuerzas ni para respirar.

-Buenas noches, señorita Jones.

Roxan miró confusa a la mujer que le observaba desde el piecero de la cama, sin expresión alguna en su bello rostro.

-Soy la Doctora Ellen Smith. Quería comprobar personalmente que se encontraba bien. Me han relevado a su caso, aunque he de decirle que no soy médico. Para eso tenemos los especialistas que el Doctor Wesker y la Dra. Jones le asignaron, pero me encargaré de supervisarlo todo-dijo Ellen, esbozando una diminuta sonrisa victoriosa de la que Roxan no se percató.

-Oiga, si quiere hacer algo por mí, desáteme-rogó Roxan apoyando la cabeza en la almohada, lanzando un suspiro.

-¿Y por qué está atada?

-Eso mismo me pregunto yo. Si conoce a Wesker, habrá notado que no es muy hospitalario o amable…

Ellen se apresuró a liberarle de sus ataduras. Roxan fue a frotarse las muñecas, que estaban un tanto adoloridas, pero Ellen le lanzó una mirada que hizo que se detuviese.

-No le recomiendo que se rasque o se frote. Tiene la piel hipersensible y dudo mucho que quiera llevarse un jirón al intentarlo…-le avisó Ellen, fingiendo un tono preocupado.

Aunque Roxan sabía que a la mujer le importaba bien poco si se arrancaba la piel y se hacía un bolso con ella. Porque, en esa fracción de segundo que intercambiaron las miradas, supo que Ellen Smith le detestaba desde lo más profundo de su ser, por el simple hecho de ser la hija de dos de las mayores potencias de Umbrella Corporation. Pero Roxan desconocía que tras eso, Ellen le odiaba por haber acaparado la atención de Albert Wesker de una manera tan intensa.
Muuyy buenasss ^^ Tras un mes y cuatro días, dejo un capítulo nuevo. Si mal no recuerdo, avisé de que iba a centrarme únicamente en Afterlife Love para poder finalizarlo y seguir con mis otros proyectos. Y así lo haré, por lo que trataré de actualizar lo antes posible.
Muchas gracias a ariam_wesker, a Raven Bellamy y a Rand por sus comentarios. Espero saber vuestra opinión de este capítulo también.
¡Un gran abrazo a todas mis lector@s, y espero que os haya gustado el cap!

See you later ;)
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por airam_wesker » 15 Abr 2013 02:10

=D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> estuvo finisimo demaciado bueno
Las grandes naciones siempre han actuado como gansters y mafioso mientras las pequeñas son prostitutas

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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Ele Alzerav » 15 Abr 2013 03:06

Muy buen fic Roxan =D>
Me gusta mucho tu manera de narrar, me parece que es bastante madura y bien estructurada, comparado con otras cosas que se ven por ahi xD
Y esa mezcla de Resident Evil con toques de novela romántica es un poco bizarra pero bien llevada jaja

Esperamos el siguiente :P

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Roxanne Rivaille
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Re: Resident Evil: Afterlife love

Mensaje por Roxanne Rivaille » 08 Ago 2013 23:33

CAPÍTULO 19
Because of what I feel for you

(Parte 1)
Reynald caminó apresurado, ansioso por verla, hasta la estancia que hacía de habitación de Roxan. En su “paseo”, no se percató de las miradas del personal de White Umbrella, la sección científica de la corporación. Reynald ni siquiera se fijó en que había gente a su alrededor, cuchicheando, algunos con curiosidad y otros con extrañeza. Lo único que visualizaba en su mente era a Roxan, tumbada y bastante débil, a merced de un grupo de científicos de dudosos propósitos; y peor aun, en manos de Albert Wesker. Aunque ella estuviese supervisada por Caroline-o, como prefería llamarla, el diablo vestido de Chanel-, no la consideraba de fiar. A pesar de que era la madre de Roxan, sabía que aquella insufrible mujer realizaba todas y cada una de sus acciones movida por la avaricia y el ansia de poder, contagiada por su segundo marido, Drake Jones. A Reynald se le hacía raro el pensar que Roxan, mucho más humilde, bondadosa, compasiva… tuviera algún vínculo de sangre con Caroline y Drake. Tampoco tenía nada que ver con Roselyn, que, con aquel rostro angelical y de niña buena, parecía un clon de su madre. No se fió de Rose en ningún momento; Reynald tenía la sensación de que todas las desgracias que a Roxan le sucedían, eran causadas por alguien de su supuesta “familia”.
Giró a la derecha, pensando en un principio que se había equivocado de camino al ver a varios hombres uniformados que formaban parte del servicio de seguridad White Umbrella. Uno de ellos portaba una M16, los otros dos, seguramente llevarían alguna otra arma oculta entre los trajes de combate. Reynald mismo tuvo que ponerse, hace bastante tiempo, uno de esos. Era totalmente negro, con distintos compartimentos para guardar un Walkie-Talkie, munición… También eran obligados a llevar chalecos antibalas y mascarás antigás, no sólo por seguridad propia, sino para mantener oculta su identidad.
¿A qué viene todo esto? ¿Habrá pasado algo?, se preguntó, preocupándose aun más por Roxan. Se acercó cautelosamente a ellos, manos tras la espalda recta. Reynald intentó pasar a la habitación entre los soldados, enseñándoles fugazmente su tarjeta de identificación del UBCS. Dos de ellos le hicieron retroceder bruscamente.

-Tan solo se permite el acceso a un personal limitado y autorizado. El sujeto está en cuarentena temporal-informó uno de ellos, el que parecía ser el líder, de manera casi robótica. Su voz se veía distorsionada levemente por la máscara antigás.

¿Sujeto? ¿Cuarentena? Eso no suena nada bien. Reynald se sintió bastante frustrado. Se había enterado hace poco que Roxan había despertado, y le molestó bastante no estar con ella en aquel preciso instante. Así que había acudido lo antes posible a visitarla-tras casi tres semanas desde que ella despertó. Tenía la imperiosa necesidad de asegurarse de que estaba bien, de que Umbrella no estaba intentando nada raro con ella… No había podido dormir bien en aquella agónica semana: no había parado de plantearse si ella quizás no volviese a despertar. Si ese hubiese sido el caso, no sólo estaría buscando como un loco a Víctor para hacerle pagar, sino que se sentiría muy culpable. Seguramente, se habría reprochado: “Deberías haberla sacado de la ciudad. O también podrías haber ido a por ese psicópata desde un primer momento. Mejor aún, ¡no haberle permitido acudir a la misión y nada de esto habría sucedido!” Eso le habría reprochado su conciencia, su mente. Pero después, habría comenzado a sentir un dolor agudo en el pecho, puro remordimiento. Mas como estaba enamorado de ella, poco tiempo después estaría diciéndose “Si hubieras sido inteligente, habrías dejado a esa… maldita pelirroja y le habrías dicho a Roxan lo que sentías mucho antes. Y seguro que ella se habría alejado de Wesker, y seriaís una pareja muy feliz…”.
Todo lo acontecido en los últimos meses le abrió los ojos. Reynald se percató de que no podía seguir formando parte del UBCS; también se dio cuenta de que tenía que dejar a Cassandra de inmediato-aunque se le hacía difícil, ya que estaba desparecida-y, lo que fue la mayor revelación; no podía estar sin Roxan. Al principio pensó que era un sentimiento pasajero y sin importancia, pero al reencontrarse después de cinco años, supo que Roxanna Jade Jones Rex era el amor de su vida.

-Venga ya…-exclamó Reynald, bufando con fastidio.- ¿No podéis hacer una excepción? Serán solo cinco minutos.

-Ya le hemos dicho que no puede pasar nadie, señor. A no ser que uno de los altos cargos que están a su cuidado le de permiso, mi respuesta será la misma.

-¿Y quiénes son esos altos cargos?

-No puedo decirle nada más. Tiene que marcharse, teniente…

Reynald, resignado, dio me vuelta. Esto no va a quedar así. Te sacaré de ahí, Rj, te lo prometo.

-¡Al! ¡Qué alegía volver a hablar contigo! ¿Cómo estás?-dijo William Birkin con entusiasmo, a través de su teléfono móvil.

-Oh, William. ¿Qué quieres? -respondió Wesker con frialdad, cosa a la que su colega estaba acostumbrado.

-Tan simpático como siempre… ¿Qué tal está Sherry? ¿Se está portando bien?

Wesker se quedó estático. No había parado de pensar en ella, en una manera de rescatarla, pero la única opción viable era entregar a Roxan. Sus padres no debían saberlo, por ahora, lo último que quería era tenerlos revoloteando alrededor histéricos.

-Ya sabes que no me gustan los niños, Will. Aunque Sherry tiene un comportamiento ejemplar, no voy a negarlo-replicó, mientras que se pellizcaba el puente de la nariz.

-Genial. Creí que al día siguiente de dejarla a tu cargo ya estarías desquiciado y me la habrías devuelto-comentó William, sonriendo.-Te agradezco mucho lo que estás haciendo Al. Estoy mucho más tranquilo sabiendo que tú le cuidas.

Albert contuvo la respiración unos instantes. William de verdad había confiado en él para cuidar a su hija, y él la había perdido. Bueno, no la has perdido. La han secuestrado… Y sigues sin hacer nada al respecto.

-Eh, esto, William, tengo que colgar. He de atender algunos asuntos. Adiós. Y saluda a Annette de mi parte.

-¿No intentarás ligar otra vez con mi mujer, no, Al?-repuso Birkin, no molesto, sino divertido.

-Eso fue hace mucho, Birkin. Y sólo le invité a tomar un café. Además, que te recuerde yo te la presenté.

-Ya, claro. Lo que tú digas, Wesker. Hasta pronto.

Wesker bufó, colgando el teléfono móvil y guardándolo en el bolsillo de su bata de laboratorio. Apoyó la frente en su mano y cerró los ojos. Debía actuar pronto antes de que fuese demasiado tarde para Sherry. Había ocurrido algo totalmente imprevisto, y es que Wesker se encariñó de la pequeña. Aun se preguntaba el motivo, sin tener una respuesta clara. Últimamente no tenía tiempo de esclarecer su mente y sus pensamientos, o quizás no tenía ganas. Sabía a la perfección que si se ponía a ello, Roxan comenzaría a extenderse por sus cavilaciones como si se tratase de un virus. Precisamente por eso había evitado cualquier tipo de contacto directo con ella, además de que le resultaba divertido ver como ponía de los nervios a Ellen.
La susodicha, como si hubiese leído en los pensamientos de Wesker que había sido mencionada, entró cual torbellino a la pequeña zona de descanso. Murmurando algunos improperios, fue directa a la cafetera-de aspecto bastante caro y moderno-sin siquiera percatarse de la mirada curiosa del rubio. Él alzó una ceja a modo de pregunta silenciosa, siendo respondida por Ellen escasos segundos después:

-Esa chica… No está aquí solo por lo de sus quemaduras, ¿no?

Él asintió, taciturno.

-¿Cómo lo sabes?

Ellen esbozó una minúscula sonrisita sarcástica.

-Quizás sea porque es una equivalente a Jean Grey o al Profesor X en el mundo real-alegó ella.
-¿Crees que está lista?

-Nació con el propósito de estar lista para esto, querida.

-Aun se está recuperando…

-El Virus X ya ha hecho su trabajo, Caroline. De no ser por él Roxan habría muerto al poco tiempo de haber nacido. En una persona normal, las quemaduras que ella tenía resultarían mortales. Pero se ha curado en un tiempo récord.

-Drake, es demasiado precipitado. ¿Y si sale mal…?

-Las posibilidades de que Roxan muera en la intervención son nulas. Es una operación sencilla. Tan sólo hay que implantarle el microchip… Y pasar a la Fase 3.

-¿Y si se vuelve en contra nuestra? Roxan es un diamante en bruto, y sería una lástima tener que eliminarla, o que se convierta en un monstruo, como pasó con Víctor.

-¿No te parece una coincidencia maravillosa que Víctor y Roxan se hayan encontrado?

-¿Qué es lo que has hecho, Drake?

-Mi trabajo, Caroline. Es todo un espectáculo el que los dos sujetos originales se estén enfrentando, Umbrella está recabando muchos datos de esto. Es como uno de esos reality shows, en los que los participantes luchan por la supervivencia. Y sólo puede quedar uno.

Reynald se despegó de la pared, tratando de respirar con normalidad. ¿Cómo podía, su propia madre y su “otro padre”, hablar con tal normalidad de usar a su hija como conejillo de indias? Empezaba a darse cuenta de que la crueldad de las personas no tenía límites. Giró sobre sus talones dispuesto a sacar a Roxan de allí aunque le fuese la vida en ello.

-¿Qué haces aquí, Reynald?

Su primera reacción fue dar un brinco, para después sentirse aliviado al escuchar la cálida y familiar voz de Gaby.

-Lo mismo podría preguntarte yo a ti-rebatió él, en un susurro.

-Pues estaba igual que tú, escuchando qué se traen entre manos esta vez el dúo maléfico.

La expresión de Gaby, antes divertida, cambió radicalmente a una de preocupación y extrema seriedad.

-Reynald, ya sabes que poseo mucha información sobre Umbrella… Lo que incluye el Proyecto P. Sé lo que son esas fases y en qué consisten todas y cada una de ellas. Lo único que puedo contarte sobre esas fases es que de permitir que Roxan llegue a la Fase 3… Umbrella sería invencible con ella entre sus filas y el proceso no podría revertirse…

-… entonces no habría cura posible. Sería la marioneta prácticamente indestrucible de Umbrella.

Gabrielle agachó la mirada, asintiendo. La alzó de nuevo al ver que Reynald había sacado su móvil, llamando a alguien de su lista de contactos.

-Cryan, ¿puedes conseguirme un helicóptero?-una breve pausa, en la que Reynald escuchó la respuesta de su compañero. Gaby le observaba ojiplática. Le echó un vistazo a su reloj. Eran apenas las tres de la tarde.-Lo más pronto posible… ¿En la azotea de la compañía de aguas residuales abandonada? De acuerdo.

-¿Qué piensas hacer?

-Desde luego, quedarme de brazos cruzados no. ¿Vas a ayudarme?

-Por supuesto. Vamos, tenemos que trazar un plan.
Base subterránea de Umbrella Corporation, 7PM
Roxan miró de mala gana la jeringuilla que se aproximaba a su brazo, realizando una mueca de dolor antes siquiera de que la aguja penetrase su piel. Odiaba las inyecciones, aunque fuesen beneficiosas para su salud; pero aquella no tenía pinta de serlo. Podría haberse negado, pero a esas alturas, tenía una sensación de profunda soledad que le había conducido a un estado de demencia. No pensaba con claridad, su propio subconsciente la engañaba.

Y tan sólo habían pasado tres semanas desde su despertar.

Mientras estuvo dormida-por no decir en coma-, su mente fue absoluta oscuridad. Era como estar encerrada en una habitación sin ventanas, sumida en penumbras, que carecía de un lugar por el que escapar. En ocasiones oyó varias voces masculinas discutiendo, que supuso que serían de Wesker y Reynald. Pero al despertarse, la joven doctora había negó con rotundidad la presencia de cualquier otra persona que no fuese ella o los cirujanos plásticos. No tardó mucho en descubrir que Ellen mentía, le fue fácil introducirse en su mente. Así que se limitó a esperar que apareciese Reynald, no quería ver a ninguna otra persona que no fuese él.

Los primeros días no se molestó.

A la semana, comenzó a resultarle sospechoso.

La segunda semana empezó a autoconvencerse de que Reynald ya no estaba interesado en ella, que en verdad no le amó en ningún momento, que fue todo una farsa. Esa idea se reforzó al contemplarse en un espejo, al ver que su belleza era efímera y el fuego se la había llevado. No se molestó siquiera en derramar una lágrima. Se limitó a sentir repulsión por sí misma, a castigarse.

Tampoco comió, y no fue porque la comida fuese poco apetecible; al principio lo era, pero Ellen comenzó a ofrecerle cosas que le abrirían el apetito a cualquiera.

Al igual que los últimos días, se tumbó en la cama y clavó la vista en el techo. Concretamente en el símbolo de Umbrella.

El hombre(o mujer, no estaba muy segura) vestido con el traje de cuarentena salió de la habitación en el más absoluto silencioso, es decir, como llegó. Roxan no se molestaba siquiera en preguntarse qué le habían estado inyectando los últimos días. Le dejaba entumecida, con ganas de pasarse el día durmiendo. Y eso iba a hacer. Dormir. Cerrar los ojos e intentar desconectar, a pesar de que sabía que las pesadillas regresarían y le atormentarían durante toda la noche.

Girándose de costado en la cama, se acurrucó contra la almohada e hizo el amago de descansar. Mas otra persona entró a la habitación, causando no poco estruendo al tropezarse con un carrito metálico con el que había irrumpido en la sala.

-¿Ahora qué?-farfulló, bastante molesta. Se incorporó y lanzó una mirada desdeñosa al individuo.

Era un hombre joven y fornido, de espalda ancha. Cabello pelirrojo largo recogido con una goma para el pelo. No logró verle el rostro, estab cubierto por una máscara antigás. Era un sujeto de lo más sospechoso y pintoresco.

-¿Quién eres, para qué has venido?-interrogó ella, clavando sus ojos esmeraldas en el hombre.

La mano del hombre se dirigió rápidamente hasta su espalda, sacando una nueve milímetros con silenciador. Apuntó a Roxan, cuyo semblante curioso no cambió ni un ápice.

-¿Vas a matarme?

Él optó por el silencio como respuesta. Roxan se bajó de la cama, colocándose delante del intruso. Tomó su mano enguantada y puso el cañón de la pistola sobre su propia frente.

-Hazlo. Que sea rápido-dijo con determinación.- ¡Venga, dispárame!

El dedo de él comenzó a ejercer presión sobre el gatillo. Roxan cerró los ojos con fuerza. Se estremeció de pies a cabeza al oír apenas el arma ser disparada.

Pero no contra ella.

En una esquina, una de las cámaras de seguridad yacía rota y humeante.

Abrió los ojos lentamente.

-Oh, por todos los santos… ¡Jamás había pasado tanto calor!-exclamó el hombre, ante una confusa Roxan. Se quitó la peluca, seguida de la máscara antigás.- ¿Estás bien?

-Reynald…

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Aquí está el capítulo 19 recién sacadito del horno, especialmente para este 8 de Agosto que Afterlife Love cumple 2 años-es mi bebé xD Esta es la primera parte de los dos capítulos de "Because what I feel for you". El próximo capítulo será bien movidito, con mucha acción y golpes xDD
Muchísimas gracias a los que comentan y leen mi historia, sin vosotros Afterlife Love no seguiría en pie.
Un enorme abrazo a todos mis lectores/as!!
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